Hay un nuevo libro que señala las ventajas de vivir en una aldea. NPR le preguntó a la psicóloga Susan Pinker, autora de “The Village Effect: How Face-to-Face Contact Can Make Us Healthier, Happier and Smarter“ (El Efecto aldea: Cómo el contacto cara a cara nos puede hacer más saludables, felices e inteligentes), que explicaría los beneficios de vivir en una comunidad de unas 150 personas, que corresponde a la población promedio de pueblos tradicionales a lo largo de la historia en todo el mundo. Mira los resultados:
¿Cuál es el efecto aldea?
Es una metáfora de las relaciones sociales que todos necesitamos como seres humanos con el fin de prosperar. Estos son los fuertes lazos sociales que se desarrollan de forma natural en un pueblo, donde por necesidad, los caminos entre una persona y otra se cruzan varias veces al día, todos los días. Al pensar en la mayoría de los pueblos, vemos una plaza central, un área pública donde todo el mundo converge o pasa para llegar a la tienda de comestibles, a la oficina de correos, al ayuntamiento o para sentarse en un café. Y eso es algo que tenemos cada vez menos, en nuestra era de las conexiones en línea. El comercio se está moviendo en línea, todo se mueve en línea y estos espacios tradicionales están desapareciendo.
¿Por qué 150 es el número ideal para la población de un pueblo?
Es el número que aparece una y otra vez en los tipos de interacciones sociales que funcionan sin problemas. Lo vemos a lo largo de la historia, ya sea que estemos hablando de la cantidad de personas en las sociedades de cazadores-recolectores tradicionales, pueblos neolíticos, un pueblo rural inglés o el número de tarjetas de Navidad que enviamos. Ese es el máximo número de personas con las que podrías tener lazos lo suficientemente fuertes como para poder pedirles un préstamo de US$ 10 hasta que te paguen el próximo sueldo.
¿Cómo es que estos 150 lazos “de pueblo” se comparan con los lazos en línea?
No todos los tipos de vínculos sociales son creados de la misma manera. El psicólogo evolucionista de Oxford, Robin Dunbar, postula 150 como el número máximo de relaciones significativas que el cerebro humano puede manejar. Sabemos por nuestra propia experiencia, que sólo hay cierta cantidad de personas en las que podemos invertir el tiempo suficiente como para invitarlos a cenar o llamarlos cuando se enferman.
Estos son los tipos de lazos sociales que se desarrollan de forma natural en un pueblo, donde -como explicamos anteriormente- por necesidad los habitantes se cruzan varias veces entre sí.
Estos son distintos de los contactos débiles que puedes tener en tus redes sociales. Puedes encontrarte con algunos de estos contactos cibernéticos en la calle sin siquiera reconocerlos. Estos contactos son de gran ayuda si lo que necesitas es una recomendación para comer en otra ciudad, por ejemplo, o si estás en busca de alguien te vaya a limpiar tu casa u otro tipo de información. Pero en términos de relaciones sociales, la comparación se asemeja al sabor de la comida casera que prepara tu mamá, con la comida chatarra.
¿Por qué el efecto aldea es tan importante?
Si tienes una comunidad cohesionada, contarás con ayuda adicional para los niños, los ancianos y todos los que se encuentran entre ambos extremos. El efecto aldea no sólo tiene un impacto en los grupos más vulnerables, sino que ayuda a que las personas sientan que pertenecen a un lugar.
Y en base a lo sabemos a partir de todos los estudios demográficos en neurociencias, el estar solo o aislado, es prácticamente una sentencia de muerte.
Cuando te encuentras con alguien cara a cara, se genera una gran cantidad de fenómenos biológicos: Se liberan oxitocina y neurotransmisores, que reducen el estrés y nos permiten confiar en los demás. El contacto físico da rienda suelta a toda una cadena de acontecimientos que hacen que tanto nosotros como la otra persona se sientan bien, lo que afecta a nuestra salud y bienestar.
Por el contrario, según recientes investigaciones, nunca hemos estado más solos como sociedad de lo que estamos ahora, y esto puede tomar tener importantes efectos en nuestra salud.
Y aquellos de nosotros que no vivimos en un pueblo ¿simplemente no tenemos alternativa?
Uno puede crear su propio efecto aldea. Sal de tu auto para hablar con tus vecinos. Habla personalmente a tus colegas en lugar de dispararles correos electrónicos. Busca escuelas donde el énfasis esté en la interacción profesor-alumno, y no en las campanas de alta tecnología y silbatos.
Tenemos que reconocer que las conexiones digitales si bien son sumamente útiles, jamás deberían sustituir las conexiones de la vida real. No creo que todos tengamos que botar nuestros dispositivos digitales e ir a vivir a un pueblo. No voy a idealizar la vida de éste, sólo quiero utilizarla como una metáfora sobre lo que está desapareciendo: lazos sociales profundos y significativos, junto con el contacto personal que todos necesitamos para sobrevivir.
Visto en NPR.