Grace Choi estaba en la Escuela de Negocios de Harvard cuando decidió irrumpir en la industria de la belleza. Investigó un poco y se dio cuenta que las marcas de belleza crean y marcan sus productos, en su gran mayoría, mezclando muchos colores.
“La industria del maquillaje genera mucho dinero por muy poco trabajo”, dijo Choi en el TechCrunch Disrupt esta semana. “Cobran una enorme prima por algo que la tecnología entrega de forma gratuita. Y ese algo es el color.”
Con esto, Choi se refiere a que las impresoras a color están a disposición de todo el mundo, y la tinta que tienen es la misma que las compañías de maquillaje usan en sus productos. Ella sostiene que la tinta está aprobada por la Administración de Drogas y Alimentos de los Estados Unidos (FDA).
Choi creó su propia mini impresora 3D para su casa: Mink, la cual se venderá por 300 dólares y permitirá que cualquiera pueda imprimir maquillaje copiando el código de color de fotos a color que se encuentren en internet. Se conecta a una computadora tal como lo hacen las impresoras comunes y corrientes.
En el video que se encuentra abajo Choi demuestra cómo funciona Mink, y luego pasa por su mano un pincel con un poco de maquillaje recientemente impreso. También responde muchas de las duras preguntas que le hacen, como por ejemplo, cómo avanzará más allá de polvos de maquillaje a productos más cremosos y se asociará con compañías tradicionales de impresiones.