El ejercicio sería la solución para el trastorno de déficit atencional e hiperactividad

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Un nuevo estudio prueba que el movimiento físico mejora la concentración mental, la memoria y la flexibilidad cognitiva y muestra como éste sería crítico en el rendimiento académico.

Los ejercicios mentales que construyen (o re-construyen) el lapso de atención han sido prometedores como alternativas a las anfetaminas a la hora de tratar los síntomas más comunes de este déficit. Generar un control cognitivo, poder centrarse en una cosa de mejor manera, o realizar una sola tarea; son tareas que podrían ser mejoradas con la práctica regular a través de un videojuego que fortalece la modulación cognitiva desde arriba hacia abajo, tal como se mostraba en un popular estudio que apareció en Nature el año pasado. Ingenioso, pero aun teórico.

A fines de diciembre el journal de medicina Pediatrics, publicó una investigación que descubrió que los niños que se involucraban en programas de actividad física regular mostraban una importante mejora en el rendimiento cognitivo y la función cerebral. Según el profesor Charles Hillman, profesor de la Universidad de Illinois, y sus colegas; estos resultados “demuestran la causa y efecto de un programa físico en el control de estos procesos y provee una prueba de que la actividad física puede mejorar el aprendizaje en los niños y la salud cerebral.

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Si parece extraño que sea algo que aun necesite ser probado, es porque es extraño. La actividad física es claramente una inversión altamente productiva para todos los niños, pero especialmente para quienes son hiperactivos. Este tipo de investigaciones aún son escritas y publicadas como si fueran algo nuevo, en parte porque los programas de ejercicio para los niños no son una prioridad y no reciben muchos recursos en la mayoría de los programas de los colegios, aunque el ejercicio es claramente algo integral a la hora de maximizar el uso del tiempo que se está en clases.

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Actividad cerebral de niños que realizaron programa de ejercicios. Con ejercicios / Sin ejercicios.

Las mejoras, en este caso, se vieron en el control central, el cual consiste en la inhibición (resistir la distracción y mantenerse concentrado), la memoria y la flexibilidad en el aprendizaje (cambiar de tareas). Las imágenes de arriba muestran la actividad cerebral de un grupo de niños que realizaron el programa y el contraste con un grupo que no lo hizo. Es el tipo de diferencia que es tan grande que es inquietante. El estudio duró sólo 9 meses, pero cuando tienes 7 años, 9 meses es un tiempo bastante largo como para estar sentado en clases con la cabeza en azul.

Podría ser recomendable el considerar la posibilidad de implementar mayores oportunidades de ejercicio para los niños.

A principio de mes, otro estudio descubrió que un programa de ejercicio de 12 semanas mejoraba los resultados de los niños en pruebas de matemáticas y lectura, siendo el cambio más dramático encontrado en los niños con síntomas de padecer de este déficit. (El funcionamiento central se ve afectado por este déficit y se encuentra ligado al rendimiento en matemáticas y lectura). El investigador Alan Smith, director del departamento de kinesiología en el estado de Michigan no tuvo problemas para expresar en un comunicado de prensa que “estudios realizados con anterioridad demuestran que la actividad física puede tener un efecto positivo en los niños que sufren de déficit atencional e hiperactividad.”

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El año pasado un estudio similar publicado en el “Journal de Trastornos Atencionales”, descubrió que con sólo 26 minutos de ejercicio al día, durante 8 semanas se podían mitigar los síntomas en niños en edad de ir al colegio. La modesta conclusión del estudio fue que “la actividad física es prometedora a la hora de tomar en cuenta los síntomas del síndrome en niños pequeños.” Los investigadores incluso escribieron que dichos resultados debiesen ser “explorados cuidadosamente a través de estudios futuros.”

“Si la actividad física se establece como una intervención efectiva para este síndrome,” continuaron, “también sería importante referirse a los posibles efectos secundarios de la actividad física y las estrategias de tratamiento que ya existen…” Lo cual se puede ver como una reserva de un grado increíble comparado con la facilidad con la cual millones de niños han comenzado a ser recetados anfetaminas y otros estimulantes para combatir la enfermedad. El número de recetas médicas incremento de 34.8 millones a 48.4 millones sólo entre 2007 y 2011. El mercado farmacéutico ha tenido un crecimiento de varios billones de dólares en los años recientes, mientras que las iniciativas de deporte en los colegios no han sido beneficiadas de la misma manera por las empresas. Pero, ya sabes, una vez que existan más investigaciones, puede que sea potencialmente aconsejable quizás considerar implementar una medida que le haga posible a los niños ejercitarse más.

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A pesar de todo, la pandemia de la inactividad física, tal como lo llaman Hillman y sus colegas en su artículo en el journal Pediatría es “una seria amenaza a la salud global,” y es responsable de al menos el 10% de las muertes prematuras por causas desconocidas. Pero claramente también se manifiesta de formas más sutiles que la muerte, incluyendo el rendimiendo escolar, del cual estamos continuamente aprendiendo. La semana pasada hablamos con Paul Nystedt, profesor adjunto de economía y finanza en la Universidad Jönköping en Suecia, quien publicó un estudio con un enfoque multi-país que descubrió que los adolescentes obesos llegan a ganar 18% menos de dinero que sus compañeros cuando son adultos, incluso si ya no son obesos. El profesor cree que esto se puede deber a la adversidad que experimentan los niños obesos debido a sus compañeros y profesores, lo que crea diferences cognitivas y no cognitivas entre niños que son obsesos y no obesos. Dado que los niños obesos tienen más posibilidades de provenir de hogares de bajos recursos, lo anterior sólo mantiene las diferencias en dinero y reduce la movilidad. Nystedt y sus co-autores concluyeron, “El gran avance de la obesidad en niños y adolescentes podría tener efectos a largo plazo en el crecimiento económico y en la productividad de las naciones.”

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John Ratey, profesor adjunto de psiquiatría en Harvard, sugiere que las personas ya ven el ejercicio como una suerte de medicina contra este trastorno. Incluso el ejercicio moderado mejora el estado de ánimo y el rendimiento académico al hacer que el cerebro libere dopamina y serotonina, algo similar a lo que sucede con medicamentos estimulantes como Adderall. En una charla TED de 2012, Ratey argumentó que el ejercicio físico es, “en realidad, para nuestros cerebros.” Lo comparó con tomar “un poco de Prozac y un poco de Ritalin.” Como regla, diría que nunca confíes en alguien que haya dado una charla TED. Pero quizás en este caso, sea una forma constructiva para considerar mover el cuerpo. Pero no a la inversa, en donde tomar Ritalin contaría como hacer ejercicio.

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